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Descripción

CUNA DEL TENOR ANTONIO ARAMBURO
Junto al cerro de La Corona, bajo la ermita del mismo nombre, se sitúa Erla, una localidad cincovillesa que dista 60 kilómetros de Zaragoza.

Su nombre es de raíz indoeuropea, y alude al curso del agua que bordea este municipio, en este caso, el Onsella, cuyo caserío se dispone de forma escalonada.

Entre sus casas, la que vio nacer al famoso tenor Antonio Aramburu (1840-1912), para muchos estudiosos el mejor que ha dado Aragón. El 17 de enero del 2003 se colocó un busto en la casa natal del artista, célebre no solo por su excelente voz, sino por sus acciones. Así, un día, mientras actuaba en La Scala de Milán, abandonó el escenario sin avisar para ir a prepararse un plato de migas y cantar jotas en su palacio milanés. Aramburu fue célebre por sus interpretaciones operísticas (Norma, Lucrecia Borgia, La forza del destino, etc.). Llevo su música y el nombre de su municipio por medio mundo, ya que triunfó en Italia, pero también en Argentina, en Génova y en los mejores teatros de España (Liceo, Teatro Real de Madrid, etc.). El final de sus días fue en Montevideo, donde fundó una escuela de canto para transmitir sus enseñanzas.

La casa del tenor forma parte del casco urbano de Erla, igual que otras muchas, de entre las que destaca un edificio: la iglesia de Santa María la Mayor, de finales del siglo XII, situada junto a un hermoso y alto torreón construido por López de Gurrea, señor de Erla, en el siglo XV, que perfila el horizonte cincovillés. En este mismo momento, también se amplió el templo erlano.

Dentro de la iglesia destaca el retablo de la Virgen de la Corona, del siglo XV, una pieza única y singular que según la experta en arte medieval, María del Carmen Lacarra, es el mejor ejemplo realizado por Tomás Giner y Arnault de Castellnou entre 1465 y 1466.

El conjunto, compuesto por trece tablas pintadas al temple, recrea la vida de la Virgen María con su hijo. Una joya pictórica que el municipio de Erla conserva con fidelidad y admiración.

Ya fuera de la localidad, se pueden contemplar los restos del castillo de Santías, muy próximo al municipio, antiquísimo –se le menciona en los anales en el siglo XII–, y posteriormente, el geógrafo lisboeta Juan Bautista Labaña lo describe con su recinto amurallado y torre de planta rectangular, propiedad de Miguel de Gurrea. Hoy está en un muy mal estado de conservación.

Al contrario de lo que sucede con el Castillo de Paúles, también de origen medieval y propiedad particular, una casa torre con iglesia barroca, que fue propiedad de Martín Sánchez del Castellar, que hoy se encuentra excelentemente conservado. De ahí que haya servido incluso para rodar películas.

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