Descripción
SÍMBOLO DEL MUNDO JUDÍO
En tiempos remotos, El Frago era un lugar “áspero, peñascoso y lleno de maleza”, de ahí viene su nombre. En el 1115, Alfonso I el Batallador dona esta localidad a un monje de San Ruf de Francia, éste, abrumado por lo inhóspito del enclave, pidió ayuda a los monjes de San Martín de Biel para repoblar la localidad.
Hoy, este bonito municipio, que dista 79 kilómetros de Zaragoza, es un lugar idóneo para hacer turismo, ya que está rodeado de un bosque de pinos y encinas, que dan paso a un caserío cuidado que refleja su poso medieval, con presencia de numerosas casas nobiliares y calles singulares, como Infantes, que dan nombre a su famosa judería, en la que vivieron los judíos hasta el mismo momento de su expulsión.
Así, a comienzos del siglo XV había en El Frago 15 casas en la judería –unos 60-65 vecinos–, muchos de ellos consagrados a sus linares, que utilizaban el lino para realizar los aparejos para las bestias de labor. La aljama de El Frago fue una de las más prósperas de su tiempo, destacando sus mercaderes en las ferias por las que acudían, como la que se celebraba periódicamente en Sádaba.
A nivel arquitectónico, la judería de El Frago es una de las más singulares de la comarca y resume la tipología de las juderías clásicas, con sus casas que vierten a dos calles, fusión de espacios para convivencia de varias familias que se reflejan en galerías elevadas y pasadizos, y con estructuras interiores que combinan el uso de espacios destinados a la artesanía o el trabajo.
Casas hechas de piedra con algunos secretos, como el que se conserva en una fachada de la calle Trévedes en la que aparece una inscripción donde se lee: “esta es la tumba de rabí Yom Tob, hijo de rabi Yishag”.
Y frente al poso judío, el cristiano, con ejemplos como la iglesia de San Nicolás de Bari, románica, o las ermitas de San Miguel y San Miguel de las Cheulas, ambas del siglo XII. Dos edificios que descansan en el monte fragolino esperando a que los visitantes las descubran.
Ubicación
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El Frago, España